La proliferación de parques eólicos en todo el país está generando graves consecuencias para la biodiversidad y la economía rural. Según un estudio reciente, en los últimos tres años han muerto al menos 8.960 aves a causa de los choques con las aspas de los molinos.
Este preocupante dato evidencia la incompatibilidad entre la avifauna y las instalaciones eólicas. A pesar de ello, las energías renovables continúan siendo promovidas como “limpias”, minimizando la gravedad de esta catástrofe para la biodiversidad.
La Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos ha llevado a cabo estudios en doce comunidades autónomas, revelando una progresión exponencial en la cantidad de aves muertas en los últimos años. Se estima que cerca de cincuenta mil aves han perdido la vida debido a los choques con los aerogeneradores.
Además, un estudio realizado por el CSIF indica que aproximadamente 900.000 murciélagos mueren anualmente en los molinos eólicos en España. En total, casi dos millones de animales silvestres se convierten en víctimas de estos choques.
Es evidente que la situación actual es insostenible. Los científicos han destacado la necesidad de una transición energética responsable que tenga en cuenta el impacto ambiental y el beneficio social. Es fundamental una planificación sólida que dirija los proyectos hacia áreas de baja sensibilidad ambiental.
El descontrol de las concesiones y la falta de medidas de corrección del impacto ambiental están llevando a la destrucción de la biodiversidad y a la ruina de las economías rurales. Los molinos no solo acaban con aves y murciélagos, sino también con medios de subsistencia como el turismo rural, la agricultura y la ganadería extensiva.
Para frenar esta situación, es necesario tomar medidas urgentes y establecer una regulación que garantice un equilibrio entre la obtención de energía eólica y la preservación del patrimonio natural y la economía rural. No podemos permitir que el fanatismo climático y la especulación sigan dañando nuestro entorno y nuestras comunidades.