La NASA ha tomado la decisión de mantener en secreto la identidad del jefe de su nueva Oficina de Investigación de Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI). Esto se debe a las amenazas recibidas por el comité de expertos independientes que redactó el informe ovni presentado por la agencia espacial estadounidense. Esta medida refleja el clima de polarización y la creciente agresividad de las corrientes conspiranoicas extremas que están presentes en las redes sociales y los foros no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo.
En los últimos años, ha habido un aumento preocupante en el número de amenazas, acosos y ataques a los científicos. El sano escepticismo ha sido reemplazado por el negacionismo populista, que ignora la evidencia científica por desconocimiento, ignorancia, interés económico o mala fe. Este fenómeno está generando un nuevo oscurantismo que desprecia siglos de avance científico.
Durante la pandemia de COVID-19, los ataques contra la comunidad científica se intensificaron. Numerosos investigadores han informado de amenazas de muerte y otros tipos de acoso debido a su trabajo relacionado con el virus. La administración Trump también interfirió en la labor científica al desactivar el papel de la ciencia en la formulación de políticas federales.
A pesar de las amenazas y críticas, la nueva oficina ovni de la NASA continuará su trabajo. El informe publicado hasta ahora no revela nada nuevo, pero confirma la existencia de avistamientos inexplicables y la necesidad de investigarlos para comprender mejor estos fenómenos. La nueva oficina seguirá las recomendaciones del Proyecto Galileo, que busca obtener datos de alta resolución de los fenómenos a través de sistemas de inteligencia artificial.
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