Ana y María son amigas desde pequeñas y, a sus 21 años, comparten diversos grupos de amigos, intereses y experiencias. Siempre están ocupadas y, si no tienen planes, se encargan de encontrar algo que hacer para no quedarse en casa aburridas. Sin embargo, ambas confiesan que sufren del FOMO (Fear of Missing Out), el temor a perderse algo que las lleva a estar constantemente conectadas a sus teléfonos móviles para sentirse socialmente integradas.
El FOMO es un término que ha ganado popularidad en los últimos años y en español se acerca a su significado con el término “nomofobia”, que se refiere al miedo a quedarse incomunicado sin el celular. Este fenómeno se caracteriza por la aprensión de perderse experiencias gratificantes que otros están teniendo. Se atribuye principalmente al uso de las redes sociales.
Aunque no existen datos precisos sobre el porcentaje de personas que experimentan el FOMO en España, se estima que más del 60% de los usuarios de redes sociales lo sufren. Los expertos en adicciones tecnológicas aseguran que este problema está en aumento y puede tener efectos negativos en el bienestar emocional y la calidad de vida de los jóvenes, generando ansiedad, problemas de sueño, bajo estado de ánimo e incluso depresión.
Andrea Vega, psicóloga experta en población infantojuvenil, afirma que el FOMO no es un término nuevo, sino una etiqueta que envuelve un problema que se intensifica o disminuye dependiendo del momento. Sugiere que las personas deben aprender a tolerar no tenerlo todo al instante, fortalecer su autoestima basada en valores de vida y no en la aceptación social, y construir una identidad más allá del mundo digital como objetivos para resolver este problema.
El FOMO afecta principalmente a jóvenes entre 15 y 19 años, y disminuye a partir de los 33 años. Factores como el tiempo dedicado a las redes sociales y el hecho de estar en un momento de definición de la identidad personal influyen en el fenómeno.
Ana y María son ejemplos de cómo el FOMO puede afectar a nivel individual y grupal. Sienten una constante inquietud por no perderse nada importante, llegando incluso a participar en eventos estando enfermas. Este fenómeno también se refleja en un grupo de amigos, quienes decidieron eliminar sus cuentas de Instagram para evitar sentir envidia de lo que ellas estaban haciendo.
En resumen, el FOMO es un fenómeno cada vez más presente en la sociedad actual, especialmente entre los jóvenes, y puede tener efectos negativos en el bienestar emocional. Es necesario encontrar un equilibrio saludable en el uso de las redes sociales y fortalecer la autoestima basada en valores y no en la aceptación social.
Fuente:
– Computers in Human Behavior (investigación mencionada en el artículo)