El fenómeno del coworking ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años, especialmente durante el confinamiento debido a la pandemia. Muchos españoles adaptaron sus espacios de trabajo para poder continuar sus labores de forma remota. Sin embargo, a pesar de su popularidad, el modelo de negocio del coworking ha presentado desafíos importantes.
En un principio, el concepto de espacios compartidos de trabajo parecía una opción prometedora para pequeñas empresas y trabajadores independientes. Empresas como WeWork lideraron este movimiento al ofrecer oficinas compartidas para aquellos que no podían costear una oficina propia. Sin embargo, la rentabilidad de estas empresas ha sido cuestionada, como lo demuestra la reciente bancarrota de WeWork.
En realidad, antes de la pandemia, menos del 20% de las empresas de coworking tenían sus oficinas en propiedad, lo que las llevó a enfrentar altos costos de alquiler. Además, la creciente competencia y la necesidad de atraer clientes obligó a bajar precios y ofrecer servicios adicionales. La situación de WeWork es similar a la de Gowex, otra empresa quebrada que ofrecía servicios de wifi gratuito en diferentes establecimientos.
Si bien durante la pandemia muchos espacios de coworking tuvieron que cerrar, este modelo de negocio experimentó un crecimiento del 40% en los años posteriores al confinamiento. A pesar de esto, la sostenibilidad a largo plazo sigue siendo incierta, especialmente después de la caída de WeWork. Sin embargo, informes indican que el coworking ha aumentado un 39% en España en 2021 y se espera que represente el 30% de la oferta de oficinas a nivel mundial para el año 2030.
En conclusión, el modelo de coworking ha experimentado altibajos en los últimos años. Aunque ha enfrentado desafíos, su crecimiento continuo demuestra que aún tiene potencial en algunos países, como España. Sin embargo, la quiebra de gigantes como WeWork ha puesto en duda la viabilidad a largo plazo de este modelo de negocio.