El avance tecnológico ha transformado nuestra sociedad de muchas formas positivas; sin embargo, también ha dado lugar a nuevas formas de acoso y violencia. En la actualidad, uno de los fenómenos que más preocupa es el ciberacoso, especialmente provocado por la creación y difusión de imágenes falsas, impulsado por el mal uso de la inteligencia artificial (IA) y las redes sociales.
Según el IV estudio sobre la percepción del bullying en la sociedad española, realizado por Totto y Educar Es Todo, los casos de ciberacoso en España han aumentado del 10% en 2022 al 16% en 2023. Esta cifra alarmante demuestra la urgencia de abordar este problema.
Para comprender mejor la diferencia entre el acoso escolar en el aula y el que se produce en Internet, es fundamental tener en cuenta que la generación actual de niños y jóvenes tiene un desarrollo del cerebro distinto y una percepción digital propia. Estos menores viven y crecen en el mundo digital, buscando satisfacer sus necesidades básicas incluso en línea. Por lo tanto, los daños emocionales que experimentan a través del ciberacoso son igualmente reales y en muchos casos, más intensos que el acoso escolar tradicional.
Cuando se produce el acoso, es crucial tomar medidas tanto con los acosadores como con las víctimas. Respecto a las víctimas, debemos brindarles el apoyo necesario y nunca minimizar la importancia de lo que están experimentando. Escuchar atentamente y evitar juzgar son pasos esenciales para proteger a los afectados. Se deben implementar medidas preventivas, educativas y de apoyo tanto a nivel personal como en el entorno.
En cuanto a los acosadores, es importante comprender que sus acciones suelen manifestarse debido a problemas subyacentes que también requieren atención. Además de las posibles consecuencias disciplinarias, estos actos pueden tener implicaciones legales.
En la lucha contra el acoso escolar y el ciberbullying, los profesores y los centros educativos desempeñan un papel fundamental. Ellos son el epicentro de la digitalización de la sociedad y son responsables de promover los valores de la democracia digital, así como de apoyar la percepción digital de los menores. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer. Es necesario que se reconozca y se fortalezca el papel del Coordinador de Bienestar y Protección de Menores, establecido por la Ley Integral de Protección a la Infancia y la Adolescencia, para que los centros educativos adopten medidas más efectivas y contundentes.
En resumen, el ciberacoso es una realidad preocupante en nuestra era digital. Debemos tomar medidas serias y colaborar todos juntos -padres, educadores y sociedad en general- para proteger a los menores y crear un entorno en línea seguro y saludable.