En el reciente debate de investidura, ha surgido una nueva argumentación en relación a la amnistía que ha generado polémica. El diputado Rufián, de Esquerra, hizo hincapié en la indiferencia de la mayoría de la gente frente a este tema. Según él, la mayor parte de la población responde con desinterés ante la pregunta sobre la amnistía, manifestando su preocupación por cuestiones más apremiantes como el sustento económico y el temor a un gobierno de derecha.
Aunque el diputado Rufián puede no haber respaldado sus afirmaciones con datos concretos, resulta relevante el hecho de que introduce a los indiferentes como representantes del sentir general. Esta indiferencia plantea una problemática tanto para los defensores como para los oponentes de la amnistía. Si la mayoría de las personas muestra desinterés, tanto aquellos que exigen la amnistía como aquellos que la conceden estarían tomando acciones que no le importan a la inmensa mayoría.
Este planteamiento ha llevado a una nueva contraposición entre dos clases de ciudadanos. Por un lado, se encuentra la clase privilegiada que se involucra en cuestiones políticas como la amnistía con el objetivo de obstaculizar al gobierno progresista. Por otro lado, se encuentra una clase que se identifica con la izquierda y que se abstiene de involucrarse en políticas, centrándose únicamente en aspectos materiales de la vida como el empleo, la vivienda y la sanidad.
Esta postura de desinterés político contrasta con el ideal clásico de ciudadanía, que incluye el compromiso con asuntos como el estado de derecho, la separación de poderes, la independencia judicial y la Constitución. Sin embargo, desde la izquierda se defiende esta postura de desinterés, argumentando que un ciudadano reducido a preocupaciones materiales resulta más conveniente para ciertos políticos y cierta política.
En resumen, el debate en torno a la amnistía ha sacado a la luz la indiferencia política de la mayoría de la población, lo cual plantea interrogantes sobre el concepto de ciudadanía y sus implicancias. Mientras que algunos consideran que centrarse en aspectos materiales es legítimo y conveniente, otros critican esta postura por alejarse del ideal clásico de ciudadanía comprometida con asuntos políticos.